Los días van pasando, con sus correspondientes noches de reflexión con la almohada, con sus correspondientes amaneceres de limpio respirar, y nadie asume su responsabilidad por la firma falsa, nadie dimite como el puño traidor que ejecutó una de las peores acciones que podría cometer un cargo público.
En esta situación es lícito pensar en la desconfianza total y absoluta hacia quienes ahora ocupan sillones de mando en la corporación municipal, aunque sea de forma temporal con una clara fecha de caducidad (las elecciones en 2015) y escasas oportunidades de continuidad ante el presunto varapalo electoral que se avecina a los socialistas de la ciudad.
Ante esa justificada desconfianza, una certeza: 50.000 euros en un año no se ganan tan fácil en el sector privado. Y esa certeza a más de uno le viene muy bien para llenar su cuenta bancaria, ya que de otra forma hace demasiado frío en la empresa privada -donde se valoran las capacidades y cualificaciones- como para dejar de chupar de la teta de la vaca pública, que tan buena leche está dando aunque solo sea durante un año…
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