Una guerra invisible con víctimas tangibles
a pobreza es la consecuencia más clara, más tangible y más visible de una guerra invisible, una guerra silenciosa -pero muy cruel- y sin enemigos claros con los que combatir. Sin embargo, la crisis actual ha cambiado el perfil de la pobreza. Ahora, la línea que separa las diversas "clases" sociales hasta llegar al límite de la pobreza es cada vez más fina.
La pérdida de empleos y la dificultad para encontrar nuevos trabajos, pone más cerca la terrible situación relacionada con la exclusión social que afecta como pobreza. Caer a la parte más baja de la tabla es cada vez más fácil, y subir los escalones para superar esa situación de pobreza es cada vez más difícil, y la sociedad y su sistema echa más abajo a todo aquel que tiene dificultades, aunque sean dificultades pasajeras y puntuales. La guerra es invisible, no está declarada formalmente, pero las constantes agresiones que sufre el individuo y las economías familiares, sitúan a la fortaleza y la resistencia como valores clave en esta lucha contra un enemigo que no tiene una forma definida.
El sistema "empuja" a las personas hacia abajo, por eso ahora en estos momentos es más necesario que nunca apoyarse mutuamente, entre familiares, amigos y centros de ayuda y acción social, en pocas palabras: ayudarnos voluntariamente.
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