Se acaban las palabras. Se necesitan soluciones
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}A{/xtypo_dropcap}ño Nuevo, vida nueva. Nuevos propósitos, nuevos proyectos. Que si empiezo al gimnasio o a clases de inglés…se acabó. No está el horno para bollos. Hay que tomar decisiones y si son drásticas, mejor, que en otros asuntos, sobre todo los del bolsillo, se está haciendo sin contemplaciones.
El último incidente que dejó a Torrelavega sin luz, ha reavivado la llama del cabreo entre los usuarios que, una vez más, se ven sometidos a fallos impropios del siglo XXI, aunque este «apagón» haya que achacarlo a un accidente.
Oleadas de quejas contra la empresa «E.ON» (algo que no es nuevo, por cierto), invaden comentarios, medios de comunicación, consumidores y a la propia administración municipal, para que, de una vez por todas, pongan remedio a tanta molestia.
Las facturas se acumulan en los buzones, con el consiguiente trastorno que originan, sobre todo entre los ciudadanos cuando se ven sorprendidos por auténticos «paquetes» que suman cifras que, mensualmente, son asumibles, pero todas juntas, desequilibran la economía doméstica de cualquiera, so pretexto de un curioso epígrafe que reza «lectura estimativa», lo que viene a ser en mi pueblo, «a bulto».
Hay constancia del interés que desde el Ayuntamiento se ha puesto para resolver el inadmisible problema. Incluso se ha dicho que entre Administración y Empresa, se ha llegado a un acuerdo bilateral para zanjarlo definitivamente, pero… seguimos esperando.
Pero hay más. No solo preocupa este problema. Hay otro envejecido y no por falta de denuncias (ver «Mercancías peligrosas», de fecha 10 de Febrero de 2.010, en esta misma publicación), ya que la situación actual de la estación de RENFE en Tanos, no es menos preocupante que antaño.
Promesas. Pancartas. Presencia de políticos (sobre todo, en períodos electorales), de cualquier color. Nada. Que les pregunten a los vecinos cercanos o más directamente afectados. El riesgo potencial, existe.
De vez en cuando surge algún «brote verde», como para tapar bocas, pero nada más. ¿Habrá que esperar a que se produzca una desgracia, para solucionarlo de una vez?
Pues eso. Las buenas intenciones. Los buenos propósitos, que se pongan de manifiesto con hechos. Es hora de exigir movimientos que justifiquen lo que les pagamos con nuestras tasas e impuestos.
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