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{xtypo_dropcap}L{/xtypo_dropcap}a situación actual de España justifica una seria reforma del país, pero esa reforma integral no tiene porqué ser en el sentido que nos repiten todos los días. Tampoco tiene que ser en el mismo sentido de las reformas de Zapatero, en sintonía con el resto de gobiernos liberales de Europa.
¿Es necesario seguir la estela de reformas neoliberales que recorre Europa? ¿De verdad no hay otra vía posible?
Sí hay otras vías posibles, hay muchas otras vías de organización social posibles. Únicamente es necesario poner interés en estudiar y plantear las otras opciones posibles, y decidir si de verdad es necesario seguir viviendo en un sistema endémicamente lastrado por la pobreza, la marginación y la codicia.
La obcecación con la que nos insisten, una y otra vez, en que "no hay otra salida", "son estas reformas o nada", "no hay otras opciones", no convierte en verdad una falacia basada en interpretaciones perversas del mundo, malignas manipulaciones del mercado para obtener siempre el máximo beneficio sin importar los cadáveres por el camino. Por mucho que esos mismos mensajes se repitan hasta el aburrimiento en todos los medios de comunicación de masas, no significa que sean verdad. Al menos, se repiten en aquellos medios controlados a su vez por el poder financiero que quiere exactamente esas reformas y no otras, que no están dispuestos a escuchar bajo ningún concepto propuestas diferentes.
El Pueblo tiene una paciencia limitada
Lo que siempre se olvida es que gobernar de espaldas al pueblo, y en contra de los intereses y deseos del pueblo, es algo tremendamente peligroso, pero que siempre se tiende a ignorar hasta que, de algún modo, el pueblo estalla. Las revoluciones populares, sin apenas líderes protagonistas, históricamente han tendido siempre hacia la reivindicación de la justicia. Un pueblo que se rebela contra la injusticia y la codicia puede "poner orden" en el sistema que estaba viciado.
Es útil recordar que "el pueblo", entendido como un ente que aglutina a individuos aislados, tiene una paciencia limitada, y en ocasiones es capaz de operar en conjunto, solidariamente, si se dan las circunstancias reivindicativas adecuadas para todos los individuos que componen la masa popular.
El sistema bancario, que lleva siglos atrapando como rehenes a ciudadanos, empresas y estados, puede ser cuestionado, y debe ser cuestionado, al igual que un flujo financiero que tiende a la codicia y la especulación sin freno.
En este sentido, tiene interés plantearse una dura pregunta para encender el debate: ¿Está España en posición de vivir una revolución popular justificada?
David Laguillo (Torrelavega, 1975) es un periodista, escritor y fotógrafo español. Desde hace años ha publicado en medios de comunicación de ámbito nacional y local, tanto en publicaciones generalistas como especializadas. Como fotógrafo también ha ilustrado libros y artículos periodísticos.
Más información en https://davidlaguillo.com/biografia/
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