La dimisión, esa gran desconocida
Escrito por Óscar Sañudo López
Hay que reconocer que viven mal. Coches oficiales, asistentes personales, sueldos y dietas por las que muchos ciudadanos delinquirían, bueno, de hecho algunos ya delinquen…
Por eso, por todo lo que alguno de ellos sufre, cuesta entender como en nuestro país la dimisión es algo noticiable por extraordinaria: ayer dimite un ministro, anteayer lo hizo algún alcalde, ¿a quien le toca mañana?. Además, con esto de las dimisiones en el mundo de la política pasa un poco como con las ventosidades, con perdón, que quien las huele las suele tener no muy lejos.
Así, Trillo, que clama por el cese o la renuncia de Bermejo (de lo que se trata en política y más en estos tiempos de zozobra para el PP es que rueden cabezas) fue animado en su época de Ministro de Defensa a abandonar el cargo por el escándalo del YAK 42, cosa que por cierto no hizo y que hoy se le ha recordado desde diversos medios de comunicación a su líder Mariano Rajoy, al que también se le solicitó la dimisión por otro escándalo, el de Prestige, cuando dijo que aquello sólo eran unos hilillos de plastilina…
Si Bermejo en vez de dedicarse a la carrera judicial dentro de la fiscalía hubiese estado en la bancada de la oposición cuando aquello, seguro que hubiese clamado también por estas dimisiones, y así sucesivamente y hasta el infinito, porque a los ciudadanos que nunca hemos tenido responsabilidades políticas (ni gozado de sus prebendas) nos da la impresión de que en esto de la política la memoria es frágil especialmente cuando de atacar al adversario se trata.
Así que la dimisión de Bermejo me parece razonablemente saludable para la vida política, habida cuenta de que pocos políticos se han ganado tantos enemigos dentro de su área de responsabilidad y gestión en tan poco tiempo. Lo de la cacería tampoco tenía muy buena pinta, ya saben aquello de la mujer del César. Y creo también que el ejemplo debe cundir entre algunos de los que hoy paladean con gusto la marcha del ya ex ministro de Justicia cuando se levante el secreto de sumario del caso instruido por Garzón si se demuestra que todo aquello que esta apareciendo en algunos medios de comunicación es cierto. Y digo algunos porque a otros las hemerotecas tristemente se les deben haber inundado habida cuenta de los sospechosos olvidos de los que están haciendo gala.
Y en nuestro ámbito regional, algunos (y algunas) representantes de la política debieran reflexionar sobre este fenómeno extraño de la renuncia, habida cuenta de la facilidad que tienen para pedirla por asuntos bastante baladíes en principio y para no presentarla en casos de importancia capital para la buena salud del ejercicio de lo público, para lo que fueron elegidos (y elegidas) que no olviden nunca, por la ciudadanía de esta región.
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