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No pude tener peor desayuno éste primer día de la semana. El golpe más duro lo escuché en la radio:
¡Ha muerto Esther García!
Tan dados como somos los españoles a resaltar valores y virtudes de las personas cuando nos dejan, hoy sería una ocasión más para caer en tan absurdo tópico. Pero no. No hace falta ni es necesario, porque Esther los puso en práctica en cada jornada de trabajo buscando la verdad de sus ideas encaminadas a encontrar el apoyo a los más desfavorecidos.
La conocí allá por los años 70. Entonces ya luchaba por sus ideales. Y desde entonces, no vi jamás un gesto de incoherencia ó contradicción que pusiera en duda la rectitud de su camino hacia una libertad que nos era negada desde otros horizontes.
Sería fácil tirar de hemerotecas, pero no es necesario hurgar en su historial para confirmar que, día tras día, dejó constancia de su rectitud y fijación de objetivos.
No la vi cortando cintas de inauguraciones. Ni asistiendo a folclóricos eventos con pincho y vino español. Lo del canapé no iba con ella ni con su forma de ser. Iba a lo relevante. A luchar junto a los más necesitados. Ayudando en causas tan lógicas como tantas veces ignoradas. En defensa de ríos y montes; de escuelas y ambulatorios. De parados y desahuciados.
Una obrera de causas olvidadas en cajones de mesas sobre moquetas, pero formando parte de ésa clase política perteneciente a una «especie protegida» y casi en riesgo de extinción.
Admirada y respetada en el Ayuntamiento de Torrelavega, al que pertenecía como única representante de una opción elegida por ella: ACPT o, lo que es lo mismo, Asamblea Ciudadana por Torrelavega. No hace falta desglosar el sentido de la formación, de la que era portavoz y aún estando en minoría numérica, siempre se dejó oír. Y siempre, con coherencia. Por tanto, echaremos en falta ésa virtud de la que no es necesario que hagamos un reconocimiento ahora que se ha ido. Lo hacíamos cada día que nos encontrábamos y teníamos la suerte de charlar de nuestras «cosucas».
Ha muerto Esther. Ha muerto la coherencia. La echaremos de menos. Ojalá encuentre la paz y la justicia allá donde la toque descansar. La buscó durante todo éste tiempo. Seguro que, al final, dio con ella. Se lo merece.
David Laguillo (Torrelavega, 1975) es un periodista, escritor y fotógrafo español. Desde hace años ha publicado en medios de comunicación de ámbito nacional y local, tanto en publicaciones generalistas como especializadas. Como fotógrafo también ha ilustrado libros y artículos periodísticos.
Más información en https://davidlaguillo.com/biografia/
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