Escrito por David Laguillo
{xtypo_dropcap}C{/xtypo_dropcap}ada vez está más cerca la fecha del “apagón analógico”, definición que han adoptado para anunciar, al mismo tiempo, una muerte y un nacimiento de lo que aún promocionan como “el futuro”, la “nueva televisión”, entre otras altivas y parece que huecas expresiones. O sea, algo así, como si fuera el “no va más” de lo que siempre fue la televisión.
Nada más lejos. En cuanto a funcionamiento y contenidos, la TDT que nos han vendido es pésima. Falla constantemente. Sin sonido, sin imagen, sin señal, desincronizaciones de imagen y sonido. Seguro que este pequeño listado de fallos les resulta familiar. Éstos fallos son el pan nuestro de cada día, importando poco la marca del decodificador que tengamos instalado.
Muchas quejas se repiten, iguales en contenido, en diferentes localizaciones de toda España, incluida Cantabria. Bien sea por delimitaciones geográficas o por problemas de concepto, la realidad es que la TDT está muy lejos de ser ninguna revolución, y cada vez se acerca más a la idea de un gigantesco engaño. He oído muchas veces ya comentarios repetidos como “antes no pasaba”, o “con la antena solo se estropeaba la televisión si llovía mucho”, entre otros.
En cuanto a su funcionamiento técnico, hay quien definiría la situación actual como un lanzamiento “beta”, o incluso en estado de desarrollo todavía más inferior, porque lo que tenemos a día de hoy es francamente decepcionante. Quizá, como dijo algún ministro, si se trataba de hacer experimentos, éstos se hacen mejor en casa, y con gaseosa.
Y, por supuesto, si de experimentos se trataba, no se debería haber lanzado de modo comercial un producto tan deficiente, cobrando a los ciudadanos, e infundiéndoles miedo de quedarse sin ver televisión al no hacer la requerida inversión en los decodificadores e instalaciones. Por no mencionar a las cientos de pequeñas cadenas de televisión analógicas que, al no poder hacer frente a los concursos para TDT, echan el cierre, y se van con la música a otra parte.
Y aún es todavía peor si analizamos el contenido de los canales que nos ofrecen. Tele videntes, tele tiendas, reposiciones, programas del corazón, culebrones…este pequeño muestrario de los contenidos que están ofreciendo los canales en TDT nos puede sumir en una profunda depresión. De pena.
Si lo que se pretendía era sacar los cuartos a los vecinos vendiéndoles el dichoso aparatito, así como también facturar las instalaciones comunitarias necesarias para adaptarse a la nueva TDT, perfecto: objetivo cumplido engañando a la población. ¡Enhorabuena!.
Pero si lo que se pretendía de verdad era mejorar la calidad, se ha fallado, de un modo tan estrepitoso que será muy evidente cuando se apague la señal analógica y miles de hogares no reciban con fluidez y calidad la señal de sus programas televisivos favoritos.
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