El amianto, Torrelavega y la desidia | Editorial
Tres toneladas: la cifra es, por enorme, de auténtico pavor. Tres toneladas de amianto permanecen aún en el solar donde, presuntamente, se va a levantar el polémico edificio destinado a Centro de Emprendedores.
El amianto es un material prohibido en España desde el año 2002, aunque fue ampliamente utilizado en construcción durante décadas, antes de descubrirse sus graves implicaciones para la salud, que incluyen afecciones respiratorias, y también su nociva actividad para el medio ambiente.
El tratamiento del amianto debe llevarse a cabo por empresas especializadas en dicha materia, y por ese motivo las obras de este edificio están paradas desde hace meses.
Caben varias preguntas: ¿cómo ha llegado tal cantidad de amianto a ese lugar? ¿Se ha estado utilizando como vertedero ilegal de residuos durante años? ¿Es culpa de una sola empresa irresponsable que ha acumulado ahí el peligroso material, o de varias empresas? ¿Existe peligro para la salud de los vecinos cercanos a ese lugar?
Mientras todas estas preguntas permanecen en el aire, sin respuesta, en el aire flota algo mucho más peligroso que las partículas de amianto: flota la dejadez y la chapuza. Flota la falta de iniciativas desde los estamentos políticos, incapaces de aportar soluciones para la sangrante situación de la ciudad. Construir más edificios: esa es la única respuesta. A la crisis del ladrillo, se responde con más ladrillo. Nos sangra Torrelavega, y no es solo el amianto lo que corroe a la ciudad. Es la desidia.
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