Hace cuatro años el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) ganó las elecciones en Torrelavega, aunque empató en número de concejales, ocho, con su socio de gobierno el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Tras una legislatura muy complicada, con una pandemia mundial y una guerra en Europa que nadie esperaba ni nadie estaba preparado para gobernar, la situación política en Torrelavega ofrece más incógnitas que certezas.
En los tres grandes partidos, salvo sorpresas con el PRC por efectos secundarios imprevistos por recientes escándalos, no se vaticinan muchos cambios, con los socialistas languideciendo pero de forma sostenida y equilibrada, y los populares recomponiéndose de sus recientes cambios de liderazgo. El suelo de los tres grandes partidos, sin embargo, es tan sólido que no habrá grandes cambios.
La sorpresiva desaparición de la Asamblea Ciudadana por Torrelavega (ACPT) del panorama político, deja dos concejales en el aire, pero aún hay otra incertidumbre sobre los concejales de Ciudadanos y de Torrelavega Sí, que no tienen garantizada su presencia en la próxima Corporación Municipal.
Los dos concejales de ACPT irían a parar, por lógica, a partidos políticos ubicados en el arco ideológico de la izquierda, lo que podría propiciar el regreso de los morados de Podemos a la política de la capital del Besaya, o incluso habrá votos de ACPT que se vayan al PSOE en aras de aquello que algunos llaman «voto útil», usado más a la contra para que alguien no salga, que desde la positividad. Pero en el caso de que los votantes de ACPT decidan no ir a votar, esto beneficiará de forma inequívoca a los partidos conservadores.
Los votos de Ciudadanos y Torrelavega Sí, si ambos ediles no salieran, podrían ser absorbidos por el PP, el PRC o incluso por VOX.
Así las cosas, todo parece apuntar a que VOX, que se quedó a las puertas en las elecciones de 2019, entrará en la nueva corporación, hay incluso quienes les dan las perspectivas electorales de conseguir dos o más ediles.
La comunicación llevada a cabo por los partidos políticos durante las últimas semanas se mueve entre el postureo plagado de anuncios peregrinos y fotografías constantes y la comunicación de propaganda que roza lo esperpéntico. Las Redes Sociales, ya hemos apuntado varias veces, no sirven para ganar elecciones. Los «me gusta» no se traducen en votos en las urnas.
Y las promesas de soterramientos, minas, infografías, grandes obras y proyectos, calan cada vez menos en una ciudadanía más descreída y desconfiada.
Mientras esto sucede, el malestar en la calle se hace palpable contra una política que gobierna de espaldas a la Ciudadanía, a quien solo se pide su opinión cada cuatro años para meter una papeleta en una caja. Y nada más, mientras toda la legislatura va pasando sin que se escuche a los ciudadanos cuando se quejan porque las obras en su calle están plagadas de asfalto, véase los vecinos de Julián Ceballos como ejemplo.
Pero más allá de las protestas vecinales, en la calle el sentir general, si usted escucha a las personas que pueblan Torrelavega, es un descontento que es difícil vaticinar cómo se va a cristalizar en las elecciones del 28 de mayo, aunque aquí hemos dibujado algunos posibles escenarios.
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