Comercios y ferias | Editorial
Cada vez menos comercios participan en la Feria del Stock de Torrelavega. No es de extrañar, porque si salimos a la calle a pasear, es fácil ver que el comercio de Torrelavega se ha convertido en un desierto. En ese contexto, es muy difícil que los comerciantes se arriesguen a llevar a cabo la inversión que supone participar en este tipo de ferias. Mención aparte para los comercios que, a pesar de seguir todavía abiertos, sufren una real hambruna de clientela compradora.
Tampoco hay que olvidar que, en ocasiones, hay comercios que llevan a estas ferias material de baja calidad, al que no dan salida de forma normal en sus negocios. La gente ya ha captado las pequeñas triquiñuelas de esos negocios, y es lógico que el comprador se muestre reticente a comprar objetos de baja calidad.
Torrelavega tiene un gravísimo problema con su tejido comercial. Un problema de emergencia máxima e inmediata. Los carteles de «Se alquila» o «Se vende» llenan las calles, mientras se abren y se cierran nuevas aventuras comerciales que apenas duran unos meses.
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